Estudio longitudinal muestra mejoras en salud, educación y acceso a servicios, aunque advierte sobre deterioro del empleo formal y retroceso en ingresos laborales.
Un nuevo informe del Estudio Longitudinal de la Región de Antofagasta (ELR-A) evidenció una doble cara del desarrollo regional. Por un lado, la zona muestra avances en educación, salud y acceso a servicios básicos. Por otro, se registran preocupantes retrocesos en materia de ingresos, formalidad laboral y niveles de pobreza.
El estudio, elaborado por el Centro de Estudios Longitudinales de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte (UCN) y la empresa SQM, encuestó a más de 13.500 personas pertenecientes a 5.460 hogares en su segunda ronda de medición.
Mejores cifras en salud y servicios
Según los datos entregados, un 88,5% de las personas que reportaron problemas de salud en los últimos tres meses recibió atención médica, con un 77,9% de quienes están en tratamiento cubiertos por el sistema AUGE-GES. En infraestructura básica, el 92% de los hogares cuenta con agua potable, electricidad y alcantarillado, cifra que asciende a 95,2% si se excluyen los campamentos.
Desigualdad laboral y alta informalidad
El panorama laboral es más heterogéneo. Aunque la participación laboral regional alcanza el 58,6%, existen diferencias comunales significativas: Sierra Gorda y Ollagüe superan el 79%, mientras que Tocopilla apenas llega al 52%. La informalidad, si bien se redujo levemente, continúa alta: supera el 40% en Mejillones, San Pedro de Atacama y Taltal.
Además, el empleo privado formal se redujo cerca de diez puntos, siendo reemplazado por trabajos independientes, muchos de ellos sin protección social. Esto ha impulsado el endeudamiento: el 44% de los hogares encuestados declaró tener deudas “complicadas o medianamente complicadas”.
Ingresos en picada y pobreza en alza
El aspecto más crítico del informe es la caída del ingreso laboral: un 12,7% en términos nominales y un 16,1% en términos reales. Esta baja sitúa los ingresos por debajo de los niveles previos a la pandemia.
Como consecuencia, la pobreza por ingresos subió de 7,4% a 12,2% incluyendo campamentos. Comunas como Antofagasta ciudad y María Elena presentan los mayores incrementos, con tasas de 14,1% y 12,7%, respectivamente.
Envejecimiento y diversidad demográfica
La región cuenta con 635.416 habitantes y un índice de envejecimiento de 49,3. Un 19% de la población es migrante, cifra que alcanza el 41% en Sierra Gorda y el 31% en San Pedro de Atacama. En tanto, uno de cada cuatro habitantes en la precordillera se identifica como indígena, con picos del 57% en Ollagüe y 53% en San Pedro.
Datos para orientar políticas públicas
“El valor del ELR-A radica en su potencial transformador. Al entregar datos anuales por comuna sobre empleo, salud, educación, vivienda e ingresos, permite orientar políticas públicas con precisión quirúrgica”, señaló Cristian Rodríguez, director del Instituto de Políticas Públicas de la UCN.
Este estudio se proyecta como una herramienta clave para el diseño de políticas públicas, especialmente en programas de reconversión laboral, urbanización de campamentos y fortalecimiento del sistema de protección social.
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